Nos encontramos hoy como ayer en una gran batalla. Pero esta vez no usaremos las balas. Es la hora de las palabras. Apuntaremos a las falacias y el mundo sabrá por nuestra propia boca qué es lo que decimos, no lo que dicen que decimos. Es la hora de luchar.

martes, 17 de junio de 2008

Firefox 3.0 ya ha llegado!!

Ya van 1.380.000 descargas del popular explorador, yo me lo he bajado y no cambia mucho de primeras, aunque todo será ir descubriendo detalles (como que te pregunte si guardar la contraseña en una pestaña que se descuelga de la barra de favoritos, etc).




http://www.spreadfirefox.com/es-ES/worldrecord/


lunes, 16 de junio de 2008

hijo de puta! hay que decirlo más!

Hay días en los que el mejor antídoto es tomártelo todo a risa, aunque a veces esté más cerca de la rabia o de la desazón. Siempre será mejor si nos lo tomamos a risa. Si no, corremos el riesgo de estar eternamente encabronados en un país como España. También puedes leer a Reverte; es la constatación de que puedes llamar hijo de puta -con todas las letras y toda la razón que el lenguaje da a aquellos que no son víctimas de la ESO- a un fulano y seguir siendo un señor. Creo que es, de hecho, la mejor manera de actuar como tal en ciertas ocasiones. El insulto parece haber sido vedado de la esfera pública, parece haber sido sustituido por aquello que es políticamente correcto, por aquello que muchas veces se queda en la superficie o en un intento insultante valga la redundancia, de no insultar.

No es que sea un entusiasta del insulto. En la boca del necio carece de originalidad y en otras es soez, falto de ideas (y por lo tanto palabras). Pero el motivo por el que los insultos aparecieron en un lenguaje tan rico como el castellano-español-opresorisch no ha desaparecido: putas y cabrones va a seguir habiendo por siempre. Las primeras siguen cargando con el estigma de ser uno de los más penosos ejemplos de hipocresía. Son poseedoras de aquello que tanto gusta a quienes más lo sancionan en público.

Ni el dinero ni la posición libran a nadie de las debilidades a las que este hombre terrenal está expuesto: periodistas que deforman la realidad, empresarios feudalistas, padres que no saben educar y trileros que venden gato por liebre. El insulto usado con aquel que niega la libertad, la decisión o la opinión a otro ciudadano; el insulto usado contra quien hace de la fuerza o el miedo su modelo de participación y convivencia; el insulto contra aquel que transgrede la decencia humana es totalmente válido. Diría incluso que es necesario, como dice Pancracia Celdrán Gomariz, "por justicia o caridad".

Por eso no me cansaré de llamar ruines cobardes a los que asesinan vilmente por la espalda a quien no comparte sus ideas como no dejaré de llamar hipócritas, sacacuartos y traidores a aquellos que no se ponen de acuerdo ni en el color de la mierda más allá de la votación en la que se reparten el botín del erario público a base de sueldazos, como si de piratas y tabernas se tratase y no de políticos y hemiciclos.

· Contra el enojo... ¡insulte!